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En ella recogía la indignación que producía aquella cerrada ovación con la que los representantes del PP celebraban el resultado de una votación que significaba, al margen de otras medidas contra la clase trabajadora, dar luz verde al saqueo final de los servicios públicos, configurando así un cambio hacia un modelo social terriblemente injusto e insolidario.
Seguía Maruja Torres denunciando al Gobierno de Esperanza Aguirre y cómo el binomio recortes-privatizaciones ponía a los trabajadores de 26 categorías en vías de extinción como trabajadores públicos. Finalizaba animando a “apoyar a quienes, con diferentes acciones, intentan salvar lo que nos corresponde”.
Desde nuestra Coordinadora, seguiremos luchando contra los despidos, las privatiziones, la precarización de nuestras condiciones de trabajo y por la defensa de unos servicios públicos, gratuitos, universales y de calidad.— Francisca Rey Pérez. Coordinadora de Hospitales y Centros Sanitarios.
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Ovación
Esperanza Aguirre decidió que miles de personas que vienen trabajando desde hace años en los hospitales públicos de Madrid son personal a extinguir
Los desalmados del PP que aplaudieron los recortes sociales, así como
el imputado Rodrigo Rato, que hace poco declaró que deberían haberse
hecho antes, tienen un motivo de contento más. Esperanza Aguirre, sin
que se lo exigieran los mercados, ni Bruselas, simplemente porque le
salió del códice, por Ley de Modificación de los Presupuestos Generales,
aprobada el pasado 3 de julio, en el pleno de la Asamblea de Madrid
—con los suyos votando a mano alzada—, ya decidió que miles de personas
que vienen trabajando desde hace años en los hospitales públicos de
Madrid son personal a extinguir. Esa Ley dice que “se procederá de
manera progresiva a la externalización de los servicios no sanitarios
necesarios para el adecuado funcionamiento de la red de centros del
Servicio Madrileño de Salud, mediante los oportunos concursos públicos”.
Es
decir, a través de una modificación de unos presupuestos, por la que se
les vuelve a bajar el sueldo, los trabajadores se enteran de que sus
oficios (26 en total) van a desaparecer. No porque no sean ya útiles,
pues esas actividades se van a seguir realizando, sólo que a través de
empresas privadas. No se extinguen las pinches de cocina, sino que
Esperanza Aguirre las extingue, en Madrid, como trabajadoras públicas.
Lo mismo que electricistas, o cualquiera de las 26 categorías que la
presidenta ha decidido inmolar para beneficio de ciertos empresarios,
puede que amigos o del mismo partido. De los que aplauden.
Pero
nosotros, los usuarios de la Sanidad pública, tenemos que apoyar a
quienes se plantan y, con diferentes acciones, intentan salvar lo que
nos corresponde. Hoy, a las 11 de la mañana, encierro en el Hospital
Ramón y Cajal, convocado por la recién constituida Coordinadora de
Hospitales y Centros Sanitarios de la Comunidad de Madrid.
Lo hacen por el bien común. Aplausos. Ahora, sí.
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